Sexo y mentiras sin cintas de vídeo

Noche de partido. Como siempre, él se pone la televisión y coge una lata de cerveza mientras hacen el maldito 'pre-match'. A ella no le gusta el fútbol. Esto de vivir juntos quizás no haya sido buena idea, piensa por enésima vez. Mientras tanto, se va a la cocina a hacer la cena. 

Es jueves. El fin de semana está a la vuelta de la esquina. Relax. Lástima que la rutina ya ha invadido sus vidas. A destacar: el viernes toca película; el sábado sexo, algunas compras y, quizás, cena y copas con amigos; el domingo a pasear, limpiar el piso o descansar, dependiendo del desfase del día anterior. 

Oye el chasquido de la lata de cerveza al ser abierta por el ocupante del comedor. Esto empieza a ser un coñazo, se dice, al mismo tiempo que saca un pepino fresco de la nevera para la ensalada. Lo ha comprado esta tarde. Después del trabajo. En el trayecto entre el parking donde deja el coche y su casa. Lo lava debajo del chorro de agua helada que cae del grifo de diseño del que se encaprichó cuando reformaron el piso hace años. 

Hoy no le apetece hacer la cena para servirse sola un plato, mientras su compañero no saca los ojos de la caja tonta, viendo a veintidós idiotas, absurdamente multimillonarios, peleándose por una pelota. Hoy no le apetece irse sola a la cama y masturbarse inspirada por alguna de las pelis porno que se ha bajado de internet para que no la desconcentren las primitivas onomatopeyas, e insultos varios, que a él le provocan el mal arbitraje de siempre o una desviación del balón en un chute a puerta de un tío al que le deberían cortar las piernas por fallar eso. 

Su vida es cómoda. No está mal. Tampoco espera mucho más ya. Pero hoy le apetece hacer algo distinto - va a días - así que deja de lavar la verde hortaliza de aspecto fálico a la que lleva sacando lustre desde hace un par de minutos absorta en sus cansinos pensamientos, se desnuda casi por completo tirando la ropa en el suelo de la cocina y sale al salón. 

Él ni la mira pero a ella le da igual. Sabe lo que quiere y cómo conseguirlo. Se acerca descalza al sofá, roba sutilmente el mando a distancia al enemigo y apaga el televisor. Cuando él la mira, con ojos de odio absurdo, como un niño pequeño al que le acabas de quitar su juguete preferido, ella le dice: tranquilo cariño, sólo los seis minutos de la publicidad...


...mientras está pensando en que se ha dejado el grifo abierto.

Comentarios

  1. Nena, para eso los 15 del intermedio... ;)

    1besico!

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  2. Ese es el problema, nos instalamos en la rutina y no vemos más allá. ¿Por qué no coge su falda más sexy y se va a la calle? Porque pensamos que no está bien, porque preferimos morirnos de asco y aburrimiento a perder cualquier cosa que tengamos.
    Si el tío quiere ver el partido, que vea el partido, si a ella le apetece hacer algo distinto, que lo haga, pero renunciamos a cosas que nos gustaría solo porque pensamos que el otr@ no las admitiría. Pero... y si, y si las admite y no hemos preguntado nunca?

    Uyss desvarío, pero es que este tipo de situaciones las conozco y es una verdadera pena.

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  3. nunca he entendido porque el sábado tiene que ser el día del sexo?!
    en definitiva si a un tio te le pones delante con un tanga y una camiseta transparente se olvida rapidito del partido, seguro!
    y además es más cómodo, cuando no queremos saber de ellos, así están entretenidos....

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  4. Por desgracia, el pan nuestro de cada día. Huir

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  5. Fiona, 6 o 15, da lo mismo, el tema era no interrumpir...

    Bubo, sí que son una lástima, pero hay que vivirlas para saber lo que se siente. Yo, al menos, hace tiempo que tengo claro lo que NO quiero...

    Juana, veo que has tenido suerte en esta vida con los hombres, nena, porque eso de que se olvida rapidito del partido...yo no estaría tan segura, guapa ;)

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